jueves, 19 de abril de 2018

Collalbas de viaje

Confieso mi debilidad por la collalba gris Oenanthe oenanthe. Yo que empecé con la observación de aves en promontorios costeros constato que es una especie que llama la atención. Para mí es casi el pájaro perfecto, con tres atractivos indudables: guapo a más no poder, en especial en plumaje nupcial, muy conspicuo y llamativo y con unos movimientos migratorios impresionantes. Ayer detecté mi primer grupo de la primavera, en Cabo Peñas, compuesto por 4 machos y una hembra.

El primero de los rasgos de los que hablaba resulta especialmente notorio en los machos, con una rabiosa mezcla de tonos gris ceniza, blanco níveo, ocre y negro azabache, y el detalle de la marcada ceja blanca sobre los ojos. La hembra, de tonos pardos en general, es mucho más discreta.



El segundo de los rasgos destaca también en seguida. La collalba gris permanece todo el rato en el suelo, o en promontorios, mostrándose casi todo el tiempo al descubierto. Por ello nos ofrece continuamente una oportunidad para admirar su belleza. Y si es con el faro de Peñas de fondo, el conjunto resulta ya perfecto.



En cuanto a las migraciones, las collalbas realizan tremendos viajes de muy largo recorrido. Es un ave muy cosmopolita, pero las que migran por la costa asturiana proceden de una franja que recorre toda África, al sur del Sahel. Desde aquí se dirigen a criar a Europa occidental, Islandia, Groenlandia e incluso las islas del NE de Canadá. Si este último fuera el caso, nuestras collalbas llevarían recorridos prácticamente 3.000 km de un viaje del que les quedaría más de la mitad.



Y qué hacen las collalbas cuando se detienen en nuestro litoral? pues por supuesto comer, alimentarse todo cuanto pueden y adquirir las reservas suficientes para afrontar la próxima etapa de su singladura, esa que les llevará muy al norte del Cabo Peñas.






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