domingo, 6 de mayo de 2018

Una especie, dos rutas.

No hay muchas oportunidades de disfrutar en Asturias del macho de papamoscas cerrojillo Ficedula hypoleuca en su precioso plumaje nupcial. Pasan pocos y en un momento muy corto de la primavera. Hoy tuve la fortuna de localizar uno en el parque Ferrera de Avilés.


Sin embargo, esta especie en otoño es muy frecuente.De hecho en el mes de septiembre muchos papamoscas cerrojillos como el de la foto que pongo a continuación llenan la campiña asturiana, especialmente en la costa.


¿Por qué ocurre esto? No hemos de olvidar nunca que las migraciones de aves son evolución pura y dura. En estas migraciones el campo magnético terrestre funciona como guía. Así, los papamoscas cerrojillos europeos están programados para tomar en otoño un rumbo básicamente SO, hasta alcanzar el norte de la Península Ibérica. Este es su principal zona de alimentación antes de seguir el camino a su zona de invernada en África. ¿Y cómo saben que tienen que parar aquí? Pues parece ser que la intensidad del campo magnético juega un papel fundamental, y los paseriformes son capaces de detectar sus variaciones.


Desde el norte ibérico los papamoscas alcanzan su área de invernada bordeando el desierto del Sáhara por una vía más costera. En primavera, la ruta migratoria de esta especie es más oriental, guiado por su brújula interna, y lo que hacen es atravesar el desierto en un único vuelo, por eso se observan tan poco. Tenemos así dos rutas migratorias diferentes, muy llamativas en este papamoscas, dado que es una especie muy visible en otoño, aunque no es el único caso.


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