sábado, 4 de julio de 2015

Por fin, un glayo.

Y no es que los arrendajos, o glayos como se les conoce en Asturies, sean una rareza en Gozón. Sin ser tan abundantes como en el resto del territorio, se encuentran bien repartidos por el concejo, habitando sobre todo en el interior de las plantaciones de ocalito. Y aunque en su hábitat no pasen precisamente desapercibidas (¿de dónde si no viene el verbo "glayar"?) son pájaros enormemente desconfiados, posándose muy raramente al descubierto, y huyendo en cuanto detectan la mínima presencia humana. Por eso no había logrado observar ninguno en condiciones y no había comentado nada sobre ellos en el blog; hoy se posó cerca de mí un arrendajo mientras realizaba un censo de odonatos en Budores, Verdicio.


Fueron apenas 3 o 4 segundos, en los que se detuvo en el interior de un aliso dentro del bosque de ribera mientras retornaba al monte de ocalitos. Y es que una estrategia de estas aves tan inteligentes es que fuera de su medio procuran siempre posarse en un lugar donde pasen lo más desapercibidos posible, como se puede apreciar en la siguiente foto, en la que apenas se distingue.


Los arrendajos son probablemente las aves más aburridas de nuestra avifauna desde el punto de vista fenológico. Enormemente sedentarias, hacen toda su vida en el interior de las masas forestales, bien sean estas autóctonas, o bien plantaciones como es el caso de nuestro concejo. Aquí hacen su nido y crían a su prole de manera más que discreta, aventurándose a salir en busca de alimento de vez en cuando. Por eso es prácticamente detectar movimientos migratorios ni siquiera dispersiones postnupciales, anotando tan sólo ocasionalmente algún que otro ejemplar fuera de sus hábitats típicos.



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