viernes, 12 de junio de 2020

Un poco de campiña estival

El mes de junio es probablemente el menos indicado para la observación de nuestra avifauna. No tenemos el constante cambio de las migraciones, ni los grandes bandos propios de la invernada. Por ello, es tiempo de fijarnos en esas aves a las que no prestamos suficiente atención el resto del año, de estar atentos a sus movimientos, a sus continuas idas y venidas. Eso es lo que yo hice el sábado pasado en la zona de Peroño, a las afueras de Luanco, un enclave muy interesante para nuestros pájaros más comunes.

Los jilgueros juveniles de la primera nidada son ya plenamente independientes y se mueven de un lado a otro buscándose la vida.


Mientras, las parejas de adultos siguen unidas y ya están preparando la segunda cría, para ello construyen un segundo nido en un nuevo sitio. La hembra recoge el material y el macho la acompaña siempre.



Por su parte, los juveniles de colirrojo tizón son más tardíos y acaban de dejar el nido hace pocos días; aún siguen dependiendo de los padres, que los continúan alimentando.



Los pardillos comunes, fringílidos al igual que los jilgueros, presentan un comportamiento muy similar y también se mueven en parejas.


Los zarceros políglotas o comunes, hacen honor a su nombre y se mueven en torno a las zarzas, que les ofrecen refugio y alimento.


Los pequeños buitrones, por su parte, gustan de desplazarse por las zonas de hierba, plagadas de gramíneas en esta época del año.


Pero si hablamos de aves discretas por excelencia, tenemos a las hembras de mirlo o los acentores comunes, también muy ajetreados en busca de alimento para sus pollos, en el caso de los mirlos también van por la segunda nidada.



En esta época los pájaros se muestran esquivos y escondedizos. Después de todo, la reproducción es quizá la etapa más decisiva en sus vidas, y buena parte del éxito está en pasar lo más desapercibidos posible.

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