Este mediodía me acerqué hasta Zeluán un momento, y allí me encontré con los compañeros Marián Álvarez y David Díaz, de Mavea. Estaban un poco cariacontecidos, y no es de extrañar, ayer les habían dado el aviso de que un fulmar boreal Fulmarus glacialis había entrado en la ría y no daba síntomas de encontrarse muy bien. Tras ir a recogerlo e intentar reanimarlo a base de sardinas, hoy cuando lo iban a soltar a ver si se recuperaba, falleció.
Lo primero que llama la atención en esta preciosa ave marina es la presencia de esas grandes narinas en la parte superior del pico. La función de estas narinas es expulsar la sal del agua de la mar una vez filtrada, para poder beber. Esto es así porque los fulmares, como otras aves marinas, pasa gran parte de su vida en mar abierto, se hace pelágico, y sólo se acerca a tierra para la cría.
El aspecto del fulmar puede ser parecido al de las gaviotas grandes, con la parte superior del cuerpo con un tono gris plomo y las inferiores blancas. Aunque hay otras variedades de plumaje, con las partes inferiores oscuras o grisáceas, que parece que abundan más en el norte de su área de distribución. Sin embargo es un procelariforme, pariente de las pardelas y paíños, y su forma de vida es como la de todos sus parientes, pasando como digo gran parte del año en mar abierto y acercándose a la costa para la reproducción.
Es tremendamente difícil observar fulmares en Asturias. Nidifica en gran parte de las costas del Atlántico y Pacífico Norte, y tras la cría no realiza verdaderas migraciones, como sí hacen algunas pardelas, y se dispersa por el mar. El límite sur de este área dispersiva es la zona cantábrica, donde llegan muy pocos ejemplares. Se puede registrar casi todo el año, aunque es más frecuente en invierno.
Es probable que este pobre pájaro se haya visto afectado por los temporales que estamos sufriendo este invierno, que le hayan impedido alimentarse adecuadamente. A mí me parece un juvenil, por el color del pico, mayoritariamente negro, la ausencia del panel alar blanco en las alas y las plumas marrones que se adivinan en el ala, en las coberteras y las secundarias. Cuando un ave marina se acerca tanto a la tierra suele ser indicio de que está en muy mala situación.
Pues vaya por Dios, no pude ir a la suelta a pesar del aviso de David por que me era imposible, y tenía muchas ganas, pero menos mal porque con lo sentido que soy pa estas cosas igual me dura la depre una semana.
ResponderEliminarLástima.
Hola Iván, la verdad es que si da pena sí, este ave tiene cara de buena e inspira mucha ternura...pero un ave pelágica cuando llega a la costa, malo...
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