jueves, 29 de agosto de 2019

El migrante del carrizal

Entre los migradores postnupciales que cruzan por Asturias, quizá los que pasan más desapercibidos son los que se detienen en la intrincada vegetación de los carrizales que ocupan las rías y estuarios costeros. De ellos, el carricero común Acrocephalus scirpaeus es regular e incluso frecuente, aunque debido a lo peculiar de los hábitats donde aparece sus citas son casi esporádicas. Hoy tuve la suerte de registrar dos ejemplares en el carrizal de Verdicio.



El carricero común ocupa estos ecosistemas de carrizal tanto durante la cría como en la migración, y por eso está firmemente adaptado a las condiciones que dicho hábitat requiere. Así, su coloración es parda y muy discreta, y sus dedos son muy largos, casi prensiles, ideales para agarrarse a los carrizos y prácticamente caminar por ellos.


Los carrizales costeros son desde hace años un lugar preferente para realizar programas de anillamiento, y por ello sabemos bastantes cosas acerca de la migración de esta especie. De las campañas realizadas en Asturias, destacan las del grupo Torquilla en la ría de Villaviciosa y mi compañero Manuel Quintana en el propio carrizal de Verdicio. Así, el carricero común es en nuestros carrizales la segunda especie más frecuente por detrás del carricerín común (mientras que en otras zonas de Iberia es con diferencia la especie más frecuente). Por otro lado, el pico de la migración postnupcial parece situarse claramente en la primera quincena de septiembre.



La gran mayoría de los carriceros comunes que se detienen en Asturias son aves juveniles, nacidas durante el año, y pueden pasar varios días sedimentados, alimentándose y acumulando grasa, en especial los que llegan en estas fechas tempranas, que probablemente no han hecho paradas intermedias. Como en otras especies, y a partir de los datos de recapturas, se aprecia que los ejemplares que pasan por aquí proceden de toda la fachada atlántica europea, desde la Península Escandinava, hasta Francia.

En esta foto podemos comprobar el hábitat ocupado por el carricero y lo complicado que resulta localizarlo,, observándose como una mancha pardusca en medio de la vegetación.



miércoles, 28 de agosto de 2019

Tiempos difíciles

Es una época difícil para los pájaros de nuestros parques y jardines, como el de Ferrera en Avilés. En la última parte del verano muchos de ellos realizan la muda más importante del año, lo cual les lleva a consumir una gran cantidad de energía, y los vuelve más propensos a las enfermedades y la predación.


Por ejemplo los jóvenes de petirrojo, como el de la foto, culminan la muda que iniciaron al poco de independizarse, y que les llevará ya en el mes de septiembre a parecerse a los adultos.


La muda de los ejemplares juveniles suele ser parcial, cambiando por lo general las plumas corporales y algunas coberteras del ala. Sin embargo los adultos sí suelen realizar tras la cría mudas postnupciales completas, cambiando todas las plumas de manera gradual.


El aspecto de las aves en esta época dista mucho de ser el que se puede apreciar durante la cría, como este macho de mirlo. Como ya dije, les supone un gran esfuerzo, además de aumentar su vulnerabilidad. Por eso estos pájaros se vuelven en esta época muy discretos y silenciosos, y son mucho más difíciles de detectar.



Incluso las atrevidas urracas se vuelven más retraídas que de costumbre, su aspecto en esta época es lastimoso, faltándoles en muchos casos buena parte de las plumas de la cabeza.



Por su parte, en nuestros humedales los machos de ánade azulón atraviesan por un largo y prolongado periodo de muda, entre julio y septiembre, que se conoce como "eclipse" dado que pierden por completo su colorido, y se tornan tan marrones como las hembras. Aunque siempre les delatará el pico amarillento.




Los lugares donde reposan suelen estar cubiertos de plumas que son un claro manifiesto de este momento tan importante de sus vidas, como pude comprobar en la charca de Verdicio.



domingo, 25 de agosto de 2019

Migrante escondediza

Seguimos prestando atención a la migración de los paseriformes transaharianos, que durante la época que va de mediados de agosto a fines de septiembre está en pleno apogeo en la campiña costera asturiana. Algunos migrantes son más conspicuos y fáciles de encontrar, como los papamoscas a los que dediqué mi anterior entrada, o las collalbas. Pero para localizar a otros hay que poner un poco más de atención, dado que son más escondedizos. Un ejemplo de esto es la curruca zarcera Sylvia communis, de la que observé unos pocos ejemplares en mi última prospección en Cabo Peñas.


Aunque no es numerosa, la curruca zarcera si resulta regular en este paso migratorio por la costa asturiana. Se reconoce bien por el panel rojizo de sus coberteras alares. Suele mantenerse a resguardo entre el matorral, saliendo poco al descubierto. Además es esquiva e inquieta, moviéndose casi de continuo, y en cuanto nos detecta se esconde casi de inmediato. Estos dos ejemplares que vi en Peñas se movían entre el brezal y me permitieron observarlos durante un tiempo un poco más largo de lo normal.


miércoles, 21 de agosto de 2019

Desde la percha

A partir de mediados del mes de agosto entramos en pleno apogeo de la llamada migración transahariana, que es la que protagonizan aquellas aves que abandona Europa occidental tras haberse reproducido, para alcanzar sus áreas de invernada en África, al sur del Sahara. Aunque hay otros grupos implicados en esta migración, la mayor parte son paseriformes.

Bajo ciertas condiciones, las aves hacen paradas migratorias, momento en el cual podemos registrarlas. Un lugar apropiado para detectar estas paradas es la rasa costera asturiana, donde las aves se detienen con el fin principal de alimentarse y almacenar energía para el siguiente salto en su viaje. Se pueden observar entonces las distintas estrategias que siguen las especies, una de las cuales consiste en acechar a sus presas desde posaderos o "perchas". Nos vamos a fijar hoy en tres especies que practican esta estrategia, las cuales pude observar hoy en Cabo Peñas.

Una dificultad añadida con la que contamos en esta época para la identificación de las aves es que en su mayor parte se trata de juveniles, que carecen de los rasgos distintivos de los adultos. La especie más conspicua quizá, por ser también una de las más frecuentes en migración otoñal, es el papamoscas cerrojillo Ficedula hypoleuca.


El rasgo más llamativo del papamoscas cerrojillo es como se ve su panel alar blanco.



Un pariente suyo que se puede ver en esta época, más escaso, es el papamoscas gris Muscicapa striata. Frente al cerrojillo, carece del panel alar blanco, presentado tan solo una pequeña línea, además del pecho ligeramente listado. También es reconocible tras un poco de práctica su peculiar silueta, ya que suele mantenerse más erguido y derecho que el cerrojillo.



La tercera especie que practica esta estrategia de acechar desde posadero es el bonito colirrojo real Phoenicurus phoenicurus. Como ya comenté, buena parte de las aves que observamos son juveniles, y el colirrojo nos revelará su identidad cuando logremos apreciar el rasgo que le da nombre, su cola de tonos anaranjados.




Aunque en ocasiones se producen disputas por la ocupación de los posaderos, no suele haber mayores problemas, y se puede registrar a las aves muy juntas, como en este caso ambos papamoscas...


o en este el papamoscas cerrojillo y el colirrojo real.


Como ya dije, la función principal de estas paradas es la alimentación y acumulación de energía en forma de grasa, para afrontar con éxito la siguiente etapa de su viaje. Estos paseriformes capturan los insectos que se ponen a su alcance, aunque su presa favorita son los dípteros, moscas y mosquitos, en cuya captura son unos consumados expertos, como bien nos demuestra el joven de colirrojo real.


jueves, 15 de agosto de 2019

Correlimos anillados

A principios de esta semana, el lunes 12, pude registrar una interesante sedimentación de aves limícolas en la playa de Bañugues, protagonizada especialmente por el correlimos común Calidris alpina, con unos 130 ejemplares. Entre ellos se encontraba un ave adulta anillada, con anilla amarilla de código 6P5 en la tibia derecha, y anilla naranja en la tibia izquierda.


Comunicado el dato al anillador, éste me contesto casi de inmediato, comunicándome que el correlimos había sido anillado sólo cinco días antes, el 7 de agosto, en la reserva galesa de Ynyslas, situada unos 1000 km al norte de Bañugues, en plena migración.


Por supuesto, dado el corto espacio de tiempo transcurrido, éste era el primer registro de este ejemplar tras el anillamiento, pero ya nos permite deducir algunos datos. Por ejemplo, es muy probable que el ejemplar procediera de Islandia, o en su defecto de las islas del norte de Escocia, recorriendo en su camino una de las principales rutas migratorias que pasan por Asturias. También nos indica como realizan la migración estos limícolas pequeños, en etapas de cientos de km tras los cuales necesitan detenerse para repostar.


Al día siguiente mi compañero Toño Caballero volvía a detectar al mismo ejemplar, pero además acompañado de otro correlimos común anillado con el mismo esquema, anilla amarilla X70 en tibia izquierda y anilla naranja en tibia derecha.


Se trata éste de otro ejemplar adulto, anillado en el mismo lugar que el anterior, pero como juvenil el día 21 de septiembre de 2017, siendo éste también su primer registro. Este ave nos ofrece otro dato interesante, y es que en otoño los limícolas jóvenes, nacidos en el año, suelen migrar con retraso respecto a los adultos. La mayoría de estos últimos lo hacen en agosto, mientras que los juveniles efectúan el viaje en septiembre.

Gracias a Toño Caballero por sus datos y fotos.

miércoles, 14 de agosto de 2019

El migrante escarlata

Una libélula típica del verano en Asturias es la denominada "libélula escarlata" Crocothemis erythraea, cuyo macho es muy característico. Lo primero que llama la atención es que su cuerpo es casi enteramente de ese llamativo tono rojo escarlata, incluidas las patas, con un pequeño toque de azul en los ojos y unas características manchas amarillas al principio de las alas, que por otro lado son muy transparentes. Además, el abdomen está bastante engrosado y es muy plano, lo que sirve para diferenciarlo de otros odonatos similares.


Esta libélula presenta un carácter migrador, por eso no es infrecuente encontrarla fuera de las masas acuáticas. Este macho por ejemplo lo pude localizar en el área de Peroño, el día 13 de agosto, en una zona con abundantes flores y presencia de insectos, lejos de cualquier charca. Estaba aprovechando para cazar, y aquí se le puede ver alimentándose de un pequeño díptero.


Los machos se pueden establecer también cerca de pequeñas masas de agua estancadas, que representan su hábitat natural, e intentar reproducirse allí si localizan alguna hembra, o si es la hembra la que los elige a ellos. Este macho lo localicé por ejemplo el día anterior en la desembocadura del río de la playa de Bañugues. En Asturias de momento la presencia de esta libélula se reduce a las zonas más térmicas cercanas a la costa. En Europa es una especie en expansión como otras de origen africano, que cada vez se registra más al norte.


domingo, 11 de agosto de 2019

Cuquiello xoven en Peñes

Los cuquiellos xóvenes paren estos díes polos praos d'Asturies, a la gueta de canesbes pa xintar. Esti atopelu hoy nel Cabu Peñes. Tien una nel picu.

Los jóvenes de cuco sedimentan estas fechas por los prados asturianos, en búsqueda de orugas con las que alimentarse. Este lo encontré hoy en el Cabo Peñas. Tiene una en el pico.



Los cuquiellos xóvenes son la mayor preba de que les rutes migratories de les aves tienen una base xenética. Nun hay que escaecer que nun entren en contauto con los padres enxamás. Les femes de cuquiello ponen los güevos nos ñeros de paxarinos pequeños, y non tienen falta crialos dempués. 

Los cucos jóvenes son la mayor demostración de que las rutas migratorias de las aves tienen una base genética. No hay que olvidar que no entran en contacto con sus padres jamás. Las hembras de cuco ponen los huevos en los nidos de pequeños pájaros, y no necesitan criarlos luego.




En cuantu deprenden a esnalar son capaces de orientase solos pa viaxar a les zones onde pasen la seronda y el hibiernu, que tan en África al sur del Sahara. Los que pasen por equí de xuru vienen del oeste d'Europa y les islles britániques.

En cuanto aprenden a volar son capaces de orientarse solos para viajar a las zonas donde pasan el otoño y el invierno, que están en África al sur del Sahara. Los que pasan por aquí seguro que proceden del oeste de Europa e islas británicas.