Hay varias especies de aves cuyo éxito parece consistir en acostumbrarse a la actividad humana. No en vano, el ser humano está invadiendo hoy día prácticamente todos los hábitats posibles para la avifauna, sean éstos de montaña, costa, humedales, bosques... La presencia de gente es cada vez más continua y agobiante, y las aves se encuentran cada vez más estresadas.
Un buen ejemplo de esto lo constituye la garceta común Egretta garzetta. No hay que olvidar que esta preciosa especie era hasta hace unos pocos años un invernante muy escaso en Asturias, mientras que hoy día es frecuente y está muy repartida, sobre todo por la costa. Este aumento en la invernada ha ido paralelo a un crecimiento en sus poblaciones reproductoras europeas. Muchos de sus lugares de invernada son pequeñas playas y calas donde la presencia humana es casi continua.
En la playa de la Ribera en Luanco se ha asentado un ejemplar de garceta que parece indiferente a la continua actividad que se desarrolla a su alrededor. Esta garceta patrulla de forma continua la orilla, de un lado a otro, a la caza de los pequeños peces que arrastran las olas, en ocasiones con bastante éxito en sus prospecciones.
He comprobado que esta garceta se ha convertido en un atractivo paisajístico más, y los turistas que pasean por la zona fotografiando la preciosa fachada marítima del pueblo no dudan en añadirla a su colección de imágenes. Yo tuve ocasión de hacerlo el domingo pasado.
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