Las estrellas de mar no tienen muchos depredadores, para eso están provistas de excelentes protecciones naturales (púas, exoesqueleto..). Pero sí hay algunos animales que se alimentan de ellas de vez en cuando, esquivando estas protecciones. Entre ellos se encuentran las gaviotas grandes.
No es muy frecuente observar una gaviota devorando una estrella de mar, ya que no debe ser una presa habitual. En mi caso es la segunda vez que lo observo, en ambos casos se trataba de una gaviota patiamarilla Larus michahellis adulta en el nuevo puerto de Luanco, y en los dos la presa era una Marthasteria glacialis.
El mecanismo que siguió la gaviota las dos veces que pude observarlo fue idéntico. En primer lugar, proceder a darle varias vueltas al equinodermo y golpearlo repetidamente hasta lograr romperle uno de los brazos, que será el primer plato del menú. Se ve que la estrella entera es un bocado demasiado grande.
Ya con sólo 4 brazos la gaviota repite la operación, ya más sencilla, hasta arrancar otro, que constituye el segundo plato.
Cuando a la estrella le quedan tres brazos la gaviota, no sin ciertas dificultades, procede a tragársela entera. Este es el último y más suculento plato del menú. Sin duda, después de esta notable comida, no necesitará volver a alimentarse en bastante tiempo.
Los equinodermos deben ser tan sólo una presa ocasional de estos grandes y poderosos láridos, accesibles sólo en las mareas más bajas. Me pregunto si son sólo unas pocas gaviotas las que habrán aprendido a aprovechar este recurso, si este curioso comportamiento que he descrito será fruto del aprendizaje y la joven gaviota de la foto de arriba habrá recibido su primera clase, ayer 13 de noviembre que fue el día en que tomé estas fotos.
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