Es una época difícil para los pájaros de nuestros parques y jardines, como el de Ferrera en Avilés. En la última parte del verano muchos de ellos realizan la muda más importante del año, lo cual les lleva a consumir una gran cantidad de energía, y los vuelve más propensos a las enfermedades y la predación.
Por ejemplo los jóvenes de petirrojo, como el de la foto, culminan la muda que iniciaron al poco de independizarse, y que les llevará ya en el mes de septiembre a parecerse a los adultos.
La muda de los ejemplares juveniles suele ser parcial, cambiando por lo general las plumas corporales y algunas coberteras del ala. Sin embargo los adultos sí suelen realizar tras la cría mudas postnupciales completas, cambiando todas las plumas de manera gradual.
El aspecto de las aves en esta época dista mucho de ser el que se puede apreciar durante la cría, como este macho de mirlo. Como ya dije, les supone un gran esfuerzo, además de aumentar su vulnerabilidad. Por eso estos pájaros se vuelven en esta época muy discretos y silenciosos, y son mucho más difíciles de detectar.
Incluso las atrevidas urracas se vuelven más retraídas que de costumbre, su aspecto en esta época es lastimoso, faltándoles en muchos casos buena parte de las plumas de la cabeza.
Por su parte, en nuestros humedales los machos de ánade azulón atraviesan por un largo y prolongado periodo de muda, entre julio y septiembre, que se conoce como "eclipse" dado que pierden por completo su colorido, y se tornan tan marrones como las hembras. Aunque siempre les delatará el pico amarillento.
Los lugares donde reposan suelen estar cubiertos de plumas que son un claro manifiesto de este momento tan importante de sus vidas, como pude comprobar en la charca de Verdicio.
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