Al igual que pasa con otras muchas aves, las nuevas tecnologías nos están permitiendo descubrir muchos aspectos de su biología que hasta ahora eran para nosotros un enigma. Así, los estudios de radiomarcaje han desvelado que nuestros vencejos pasan buena parte del año, otoño e invierno, en el este de África, volando sin cesar sobre amplias áreas de sabana donde encuentran una buena provisión de plancton aéreo, su principal alimento. Como hacen aquí, vuelan sin detenerse jamás, remontándose al atardecer para dormir suspendidos a miles de metros sobre el suelo.
Aún se pueden encontrar pequeñas concentraciones de vencejos, hasta los primeros días de agosto. Las fotos de esta entrada pertenecen a una de ellas, de 35 aves, que registré hace unos pocos días en los acantilados de Nieva. Incluso los más rezagados se observan hasta primeros de septiembre, muchas veces mezclados con golondrinas o aviones comunes, a los que se asocian para ir acompañados en su migración. Pero la gran mayoría nos deja por estas fechas.
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