En uno de los transectos locales que realicé este principio de invierno, en el río Magdalena en Avilés, pude apreciar una densidad muy alta de curruca capirotada, de algo más de 30 aves en 1,2 km de bosque de ribera. Todas ellas se encontraban sin excepción comiendo bayas de hiedra, que en estas fechas se encuentran en plena maduración.
Al mismo tiempo, otras zonas de Avilés donde hace pocas fechas eran frecuentes las currucas capirotadas, como los parques urbanos, se han quedado prácticamente vacías. Esto nos indica que las currucas realizan desplazamientos locales en busca de alimento.
Algunos estudios han comprobado que las currucas capirotadas, como seguramente otros paseriformes, llevan a cabo dos estrategias en sus territorios de invierno. Una es la estrategia residente, por la cual permanecen todo el invierno en el mismo lugar, y la estrategia transitoria, por la cual se mueven en busca de comida. Esta última parece ser la mayoritaria, seguida por las 3/4 partes de las aves invernantes.
Hay que resaltar la gran importancia de la hiedra como una planta fundamental en el equilibrio de nuestros ecosistemas, ya que provee de un alimento abundante y accesible en una época en la que las fuentes alimenticias escasean. Además de las currucas, frecuentan mucho esta planta los mirlos y los zorzales. Por eso es totalmente necesario fomentar su mantenimiento y conservación.
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