miércoles, 10 de julio de 2013

Nuevas lavanderas

En un tejado de la localidad gozoniega de Iboya un macho de lavandera blanca Motacilla alba se mantiene al cuidado de sus pollos que acaban de dejar su confortable nido. El macho se reconoce por su gran pechera negra, el joven por su plumaje, gris pálido casi en su totalidad y sin atisbos del menor tono oscuro.


Esta escena se repite estos días por casi todos los pueblos del concejo. La lavandera blanca es una especie muy ligada al hombre en la temporada de cría en nuestras latitudes, y la mayor parte de las parejas hace su nido en los tejados de las construcciones, en los aleros, entre las tejas o en cualquier rincón disponible.


Los juveniles de lavandera aún permanecerán unidos a sus padres algunos días más, hasta que éstos consideren que ya saben lo suficiente para ganarse la vida por sí mismos. Hasta que ese día llegue permanecen vigilantes continuamente, y si el pequeño pollo no los ve, se angustia y los llama con desesperación.


Para los jóvenes pronto empezará la dispersión otoñal, deberán abandonar el territorio paterno para conquistar el suyo propio dentro de un tiempo. Las parejas locales de adultos, por el contrario, permanecen ligadas ya a su zona de cría para el resto de sus vidas.


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