Paseando por el parque de La Magdalena, en Avilés, me encuentro con un par de pollos volantones de lavandera blanca Motacilla alba. Uno de ellos ya está bastante desarrollado y presenta muy buen aspecto, parece todo un juvenil.
Sin embargo su hermano, sin ninguna duda menor que él, aparece frágil y desvalido. Casi sin cola, con las plumas de vuelo muy poco desarrolladas, con una patita casi en carnes y la comisura del pico mucho más marcada. En fin, parece que apenas puede volar.
Pero esta pareja de hermanos no está sola ni desprotegida. Al cabo de un rato aparece por allí su papá con algo de comida en el pico, parece un pequeño saltamontes. Tras un corto reclamo vuelan a un sitio más discreto donde papá lavandera alimentará a sus pequeños retoños, que aún dependerán de sus cuidados unos cuantos días.
A veces nos encontramos con pequeños pollos de pájaros en el suelo que apenas pueden volar, y el gesto instintivo de mucha gente con buena voluntad es recogerlo para llevárselo a casa e intentar que sobreviva. Pero lo mejor es dejarlo en su lugar y alejarnos discretamente, es muy probable que los padres no anden lejos, ellos se encargarán de alimentarlo y tendrá muchas más probabilidades de salir adelante.
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