Esta mañana, siguiendo las indicaciones de mi compañero Manuel Quintana que lo había localizado, pude observar en la playa de Bañugues un ejemplar juvenil de correlimos pectoral Calidris melanotos.
Se trata de un limícola americano de aparición regular en las costas europeas, cada otoño se detectan unos cuantos en número variable. La playa de Bañugues es un buen lugar para observarlo ya que suele llegar alguno cada ciertos años.
El correlimos pectoral cría en la costa ártica de Norteamérica, aunque se ha expandido hacia Siberia, e inverna en Sudamérica. Estos ejemplares juveniles divagantes se desvían de su ruta habitual de migración, y el resultado es un viaje de más de 5.000 km, de los que 4.000 los ocupan sobrevolando el Océano Atlántico, ayudados normalmente por los vientos del oeste. Asombra de verdad pensar en tan enormes distancias con estas aves tan frágiles.
Es normal que los que logran llegar y no perecen en el trayecto lo hagan muy cansados y famélicos, con las reservas agotadas. El ejemplar de hoy se encontraba en un lugar de la playa muy frecuentado por la gente, que pasaba a su lado continuamente, pero no se movía del sitio, una señal de su estado físico.
Junto a él se encontraba un juvenil de correlimos gordo Calidris canutus que tenía exactamente el mismo comportamiento, tal vez el pectoral no hubiera hecho sólo su largo viaje...
Felicitar a Quintana una vez más por su hallazgo y agradecerle que me haya hecho posible contemplar esta bonita especie que hacía bastante tiempo que no tenía ocasión de ver.
Preciosa historia la de ese correlimos viajero. Me alegro mucho de que lo hayas podido disfrutar, ojalá se recupere pronto y puedas seguir su evolución. Un abrazo, amigo.
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