El mes de octubre marca el inicio de los buenos tiempos para los locos de las gaviotas, ya que empiezan a llegar en buen número las especies menos habituales desde el norte y el este de Europa. Un buen ejemplo de esto es el de las gaviotas argénteas adultas, que comienzan a verse ahora (los jóvenes e inmaduros llegan antes). Las distinguiremos por su manto de color gris más pálido y sus patas rosadas, que parecen ser más finas que las de las patiamarillas. En este pequeño grupo que fotografié en la playa de Bañugues el pasado día 7 de octubre es la última. Mi compañera Maite había detectado hasta tres el día enterior pero yo sólo pude observar este ejemplar.
La playa de Bañugues es un buen lugar para la observación de estas argénteas adultas. Hay que tener en cuenta que su invernada es muy escasa, las argénteas son sedentarias y son sólo unos pocos ejemplares (quizá unos cientos, no más), los que se desplazan desde sus áreas de cría hasta el norte ibérico. Seguramente se trata cada año de los mismos individuos, que adquieren desde sus primeros años de vida el hábito de desplazarse y son fieles todas las temporadas a sus cuarteles de invierno.
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