Las variaciones del clima tienen su reflejo en el comportamiento de los seres vivos. Este año 2015 hemos tenido en Asturias un otoño y un inicio del invierno excepcionalmente cálidos, y esta anormalidad ha influido en el ciclo vital de muchos organismos. A mi juicio donde mejor y más claramente se ve este hecho es en la persistencia de varias mariposas que ya no tendríamos que ver volando en Asturias.
Por ejemplo, la blanquita de la col Pieris rapae, aunque tiene varias generaciones anuales desaparece a partir de octubre o como muy tarde noviembre, hasta marzo. En Gozón este año aún se ven volar varios ejemplares.
Su pariente la amarilla Colias crocea también suele desaparecer en octubre. Este año la he visto volar hasta mediados de diciembre.
Entre los licénidos aún pueden verse ejemplares en vuelo de las dos especies más resistentes, por un lado la gris estriada Leptothes pirithous
y también la canela estriada Lampides boeticus.
Si bien es cierto que estas mariposas ya están muy deterioradas es porque en un año normal ya habrían desaparecido en noviembre. El licénido más frecuente, la ícaro Polyommatis icarus si bien ya no se observa este año aguantó más que nunca, los últimos los vi a mediados de noviembre.
Una especie que se ve a lo largo de todo el año es la discreta mariposa de los muros Pararge aegeria, que tiene generaciones continuas. Este año es más abundante que nunca.
Parecida a ella pero mucho más escasa es la saltacercas Lasiommata megera. En Gozón sólo se encuentra en un par de zonas muy rocosas, una de ellas San Juan de Nieva donde hace unos días localicé este ejemplar.
Lo único que me está chirriando es la escasez de la vanesa Vanessa atalanta, de la que veo contados ejemplares y que yo esperaría que fuera más frecuente.
Habrá que ver si estos otoños tan cálidos se van haciendo norma con los años y las mariposas responden a los cambios tal como estoy observando este año, o es sólo una situación puntual.
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