El cormorán grande es un ave singularmente bella. Esas plumas en las alas, como escamas metálicas, esa mancha amarilla cercando la base del pico, esos ojos de un color verde esmeralda...
ese plumaje de tono negro azabache...
o ese cuello y esas patas desproporcionadamente gruesos.
En fin, quizá la belleza del cormorán grande resida en que parece un fósil viviente, un ave llegada de tiempos antiguos. Y quizá sea cierto, los cormoranes son un grupo de aves muy primitivo, con antepasados de la época de los dinosaurios. Los adultos son completamente negros, los jóvenes tienen el pecho blanco...
Las plumas del cormorán grande no son impermeables al agua, por eso pasan una gran parte del tiempo en posaderos secándose y acicalando su plumaje, ya que es vital para su supervivencia.
Este hecho, que en principio resulta un contrasentido en un ave eminentemente marina, puede suponer una ventaja. Al ser permeable, los cormoranes se hunden y bucean con más facilidad.
Estas fotos están hechas hoy mismo en un pantalán del puerto de Avilés, un lugar donde estos pájaros se observan relativamente cerca.
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