Una de las especies que más cuesta encontrar es la curruca zarcera Sylvia communis, a la que gusta esconderse entre las zarzas como bien delata su adecuado apelativo.
También gusta de permanecer cerca de árboles a los que pueda volar en caso de sentir una presencia extraña. Una vez que se localiza resulta inconfundible por los paneles rojizos de las alas.
Esta mañana pude localizar un pequeño grupo de 4 o 5 aves en Cabo Peñas.
No estaban solas ni mucho menos, sino que por allí andaba toda la artillería pesada de migrantes transaharianos, como un buen número de papamoscas cerrojillos...
un solitario colirrojo real...
un nutrido grupeto de mosquiteros musicales...
un pequeño bando de bisbitas arbóreos...
o las primeras y esquivas collalbas grises.
Este paso migratorio se prolongará, con altibajos, a lo largo de lo que resta del mes de agosto y todo septiembre. Una buena excusa para acercarse a Cabo Peñas, donde además podemos admirar la belleza del brezal en el momento álgido de su floración.
Saludos veraniegos, a ver si hay salida próxima. Un abrazo.
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