Este fin de semana han coincidido en Avilés dos viajeras de larga distancia, de esas que nos hacen pensar en lo alucinante e increíble que resultan ser las migraciones de las aves, y en cómo pueden ser capaces de recorrer tan enormes distancias. En ambos casos se trata de gaviotas, cómo no, procedentes del otro extremo del Atlántico.
La primera de ellas es una gaviota polar (o groenlandesa) Larus glaucoides, que acudí a buscar al puerto de Avilés, gracias al aviso del compañero Daniel López Velasco, que fue quién la localizó. Y allí tuve la suerte de verla, nadando y picoteando en la superficie de la mar.
Por su aspecto se trata de un ejemplar de la subs. nominal, de 2º año calendario (o sea, nacida el año pasado) que procede de Groenlandia. Se encuentra por tanto a unos 3.000 km de su casa. Sin embargo se da la circunstancia de que fue anillada en Málaga el pasado invierno, por lo cual su viaje fue aún mayor, de cerca de 3.600 km. Parece haber emprendido ya el viaje de retorno.
La segunda es una vieja conocida, ya que se trata de una gaviota de Delaware Larus delawarensis, también de 2º año calendario, que lleva en Avilés ya 4 meses, desde el pasado diciembre, con especial preferencia por el estanque del parque Ferrera. La vamos a echar de menos el día que decida partir.
Esta gaviota procede de Norteamérica (es una divagante) que puede haber recorrido una distancia similar a la gaviota polar, cerca de 3.600 km, aunque en este caso de puro océano.
Aquí tenemos esquematizadas las rutas que se les presentan a ambas gaviotas de vuelta a casa. La que más difícil lo tiene es nuestra amiga Delaware, aunque lo puede conseguir sin duda. No en vano hay referencias de otros ejemplares que vuelven año tras año al mismo lugar en invierno.
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